En febrero del año pasado mientras tenía un momento de procrastinación en Instagram encontré una publicación de una tienda de joyería para caballero que llamó mi atención. Tras casi 11 meses de encierro y de no tener una necesidad real de pisar un centro comercial, el interactuar con aquella publicación concluyó como mi primera compra de algo no comestible desde que el tiempo de confinamiento inició. Mi compra llegó hasta mi domicilio por Estafeta solo dos días después de hacer un par de clics. Los meses pasaron y me aventuré a comprar una prenda más grande. Una vez superado el miedo a que lo que llegue no sea de tu talla o traiga algún error de fábrica ya nada puede detenerte, tu siguiente compra por internet será más pronto de lo que crees.
Lo que quiero decir es que indudablemente, con la aparición del COVID-19 el crecimiento del comercio electrónico lo ha posicionado como un modelo de negocios prometedor para cubrir las nuevas necesidades de esta recién nacida realidad. A su vez, este modelo de negocios está creando nuevas necesidades para la cadena de producción. Entre estas, la que más ha llamado mi atención tiene que ver con la transformación del espacio mismo. Y es que entre estas nuevas necesidades se encuentra el uso de naves industriales gigantescas para ser utilizadas como grandes almacenes y de edificios para ofrecer servicios de logística y distribución.
La transformación del paisaje urbano nuevamente está cambiando, sino se había dado cuenta, estoy encantado de ser el primero en señalárselo. Para ser precisos, la demanda de espacio industrial en México tuvo un incremento de más de 35% con respecto al trimestre anterior, y comparada con el mismo periodo del 2020 fue más del doble. Actualmente, Monterrey se ha posicionado como el principal demandante a nivel nacional, con una demanda bruta de aproximadamente 313,000 metros cuadrados en el segundo trimestre del 2021, duplicando la cifra con relación al periodo anterior y casi el triple de la cifra reportada en el mismo trimestre de 2020.
Después de Monterrey en la segunda posición se encuentra la Ciudad de México, que desde el periodo de abril a junio de 2021 se ubicó en el segundo lugar con 288,000 metros cuadrados. Esto representa un incremento trimestral del 60% en comparación con el mismo periodo del año 2021. Otras ciudades que entran en el ranking registrando comportamientos similares en cuanto a altos niveles de demanda de espacio industrial son: Guanajuato, Tijuana, Querétaro, Saltillo y Ciudad Juárez.
De fondo, lo que está ocurriendo es que las empresas de comercio electrónico están demandando bodegas cada vez más grandes y edificios de distribución de hasta 100,000 metros cuadrados, debido a que así logran suplir a las tiendas tradicionales y todos los gastos que implicaría colocarse en ellas. En todo el mundo se espera que el segmento industrial y edificios para logística y distribución, sigan creciendo. A decir verdad, pienso que estos monumentales almacenes serán uno de los nuevos elementos que conformarán el paisaje urbano de esta era.
Para ayudarme a sostener esta idea, recurro al estudio de “Impacto Generado por Covid-19 en las Empresas”, realizado por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). Este estudio ilustra bastante bien el hecho que durante la pandemia cerraron aproximadamente 21% del total de las unidades económicas en México. Sin embargo, durante la etapa de confinamiento en 2020, las ventas en línea alcanzaron 316,000 millones de pesos, con un incremento del 81% comparado con 2019. Si recordamos mi experiencia con la publicación en Instagram y mis siguientes compras por internet, puedo confirmar que soy parte viva de esa estadística.
El comercio electrónico representa un cambio estructural, que está impactando al mercado inmobiliario en sus diferentes sectores. La resistencia que pueda haber por las tiendas y centros comerciales que sobreviven es meramente generacional. Pienso que conforme las nuevas generaciones lleguen, cada vez serán más desapegados de las tiendas físicas y el avance de la realidad virtual tendrá un gran efecto de sinergia con el comercio digital, ya no será necesario estar allí para saber cómo te queda determinada prenda. Simplemente será proyectada como un holograma sobre ti, si te gusta harás el pago en línea y tu prenda será seleccionada al instante en uno de estos enormes almacenes para ser enviada hasta tu domicilio en uno o dos días.
Con la necesidad de mayores espacios para almacenar y vender vía comercio electrónico estamos por presenciar el crecimiento exponencial de firmas como Mercado Libre, Estafeta y DHL. En los últimos meses ya hemos escuchado noticias de las nuevas fusiones y adquisiciones de estas empresas, sobre todo de Mercado Libre y DHL. Esta expansión simplemente es otra señal del triunfo del comercio en línea por sobre el tradicional. Por si fuera poco, puedo asegurar que el resto de las empresas convencionales ya están necesitando más espacios para adaptarse a esta nueva realidad y mantener su crecimiento de ventas vía internet. Le pese a quien le pese, el almacén ha llegado para quedarse.