México y Japón, cuando uno piensa en estos dos países, salen a relucir sus diferencias más que sus puntos en común, sin embargo, es cierto que en diferentes pasajes de la historia hemos estado allí los unos para los otros. A lo que respecta en materia comercial nuestra historia en común se remonta al año de 1888, cuando México extendió los brazos a Japón en un sentido de búsqueda de justicia para el país del sol naciente que estaba siendo sometido a tratos desiguales por las potencias orientales. La razón de hacerlo era simple, México ya había sido sometido al mismo tipo de vejaciones y no iba a permitir que otro sufriera su misma suerte. Así, México y Japón suscribieron el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, el cual representó para Japón su primer Tratado en condiciones de igualdad con un país occidental y sirvió como un precedente legal para que el Gobierno Meiji pudiera re-negociar exitosamente esos tratados desiguales suscritos previamente con potencias occidentales. Para nosotros este Tratado fue el primer tratado comercial con un país asiático.
Posteriormente, en 1913, en los inicios del periodo histórico conocido como la decena trágica, la esposa y los padres del entonces Presidente Francisco I. Madero, junto con alrededor de 20 miembros de su familia, acudieron a la legación japonesa en México solicitando refugio al Sr. Kumaichi Horiguchi, quien era amigo cercano de la familia y fungía como encargado de negocios de la legación. El Señor Horiguchi decidió conceder el refugio a la familia Madero a pesar de que existían rumores de que el grupo huertista atacaría la misión diplomática. La anécdota es que la legación japonesa extendió la bandera de Japón justo en frente de las fuerzas Huertistas y exclamaron “poner un pie sobre esta bandera representará una declaratoria de afrenta para con nuestro gobierno, si quieren al presidente Madero, tendrán que pasar sobre ella”. Los hombres de Huerta dieron media vuelta y se fueron. Posteriormente Madero sería abatido, pero su familia permaneció intacta dentro de las oficinas niponas.
En tiempos más modernos, nuestras relaciones con Japón están sólidamente circunscritas con las actividades que se realizan en el Programa Conjunto México-Japón (Japan-Mexico Partnership Programe, ahora en adelante JMPP) Este programa se lleva a cabo desde el año de 1986, con la llamada etapa de “Cooperación Sur-Sur”. Posteriormente en el año de 2003 el gobierno de México y de Japón consolidarían el Programa con las características con que actualmente se conoce. El JMPP tiene como objetivo fortalecer la cooperación técnica bilateral y ampliar la cooperación técnica conjunta para brindar apoyo técnico y científico particularmente a los países de menor desarrollo de la región América Central y el Caribe. El JMPP es ejecutado por la JICA por la parte nipona y la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) por la parte mexicana.
Las principales modalidades del JMPP son: Envío de expertos mexicanos, Cursos internacionales de capacitación y Proyectos trilaterales. De estos últimos, destaca el de “Mejoramiento de la tecnología para la vivienda popular sismo-resistente” que tuvo aplicación en El Salvador en los años 2003-2007. Es importante mencionar que el JMPP se implementa a través de la planificación entre las partes involucradas: Japón (JICA México y JICA en el país beneficiario), México (la AMEXCID y la institución ejecutora o experto mexicano que acudirá), y el país beneficiario (el punto focal de la cooperación internacional y la contraparte gubernamental del proyecto). El JMPP también comprende un eje de Movilidad y Logística, así se llevó a cabo por tres años (apenas concluyó en 2021), el “Curso Internacional en Sistemas de Transporte y Logística” impartido en Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá; todos miembros de la Secretaría de Integración Económica Centroamericana (SIECA); más Belice, Colombia y República Dominicana.
Como se puede apreciar este curso no fue impartido en México, pero tuvimos participación directa a través de los expertos en logística que enviamos a impartir contenidos para el curso. Asimismo, indirectamente nos favoreció ya que esta iniciativa atendió la Recomendación 13 del Plan de Desarrollo Integral (del marco del JMPP) al impulsar la política de logística y movilidad del SICA y del Proyecto Mesoamérica. Así, a pesar de la crisis de los contenedores que actualmente está creando desabasto y cuellos de botella en los principales puertos del mundo, se está resistiendo a través de promover sinergias entre los diferentes modos de transporte para la creación de numerosas modalidades de transporte intermodal, considerando las cadenas regionales de suministros para lograr el desarrollo económico regional sostenible a través de la eficiente implementación de una política de logística y transporte.
En nuestra historia en común con el país del sol naciente, lo más reciente ha ocurrido el pasado 1 de febrero del presente año. La Secretaría de Economía informó que se llevó a cabo la XII Reunión del Comité para la Mejora del Ambiente de Negocios México-Japón, (CIBE, por su sigla en inglés), derivada del Acuerdo para el Fortalecimiento de la Asociación Económica (AAE), establecido hace 17 años entre ambas naciones. Entre los temas abordados en la reunión estuvieron: medidas sanitarias y fitosanitarias, mejora de acceso a mercados, asuntos aduaneros, promoción comercial y de inversión, pequeñas y medianas empresas, industria de soporte, conectividad aérea, energía, seguridad social, seguridad pública, asuntos fiscales, equivalencia de medicamentos y turismo. Como resultado de este diálogo, los funcionarios de ambas partes se comprometieron a dar seguimiento a los temas planteados y a emprender acciones que coadyuven a mantener un ambiente propicio para la realización de negocios entre ambos países.
Confío ampliamente en que seguiremos avanzando en el cumplimiento de nuestras metas en común con Japón, que actualmente es nuestro sexto socio comercial y cuarto inversionista a nivel mundial. Hemos logrado asegurar el efecto de la difusión a través de la coordinación e intercambio estratégico de informaciones con los diversos actores estratégicos, hemos llevado a un nivel superior el aprovechamiento de la capacitación a terceros países a partir de la construcción de una relación “win-win” con las empresas, hemos concretado la ejecución de acciones luego del regreso al país en cuestión para ser intervenido mediante la elaboración de un “Plan de Acción” elaborado a partir de un sistema de ejecución basado en necesidades de las instituciones beneficiarias y por último, hemos realizado una cooperación efectiva mediante la vinculación óptima y trilateral de las necesidades y recursos de Japón, México y el país beneficiario. A la evidencia de nuestros casos de buenas prácticas en conjunto me remito, ya que como aquí he descrito, nuestra relación desde sus orígenes se basa en convicciones solidas que se traducen en avances sólidos.